La tiroiditis de Hashimoto (TH) es una de las enfermedades autoinmunes más frecuentes. Se trata de una afección causada por una reacción del sistema inmunitario contra la glándula tiroides, que es pequeña con forma de mariposa y está ubicada en la base del cuello. La reacción del sistema inmune contra la glándula tiroides causa, inflamación, destrucción, y cicatrización del tejido de la glándula, esto se puede manifestar por la presencia y/o elevación de los anticuerpos antitiroideos (anti-peroxidasa tiroidea o anti-tiroglobulina) que pueden manifestar diferentes grados de alteración de su función y producir lo que llamamos hipotiroidismo (disminución de la función tiroidea).
Es más frecuente en mujeres entre la 3° y 6° década de la vida, aunque puede ser detectada a cualquier edad. Se sabe que luego de los 35 años de edad, sobre todo en mujeres, puede aumentar el riesgo de presentar hipotiroidismo, además la TH es más común en personas con antecedentes familiares de enfermedades tiroideas.
Los factores genéticos son los más importantes en el desarrollo de la enfermedad tiroidea autoinmune. Ante la presencia de determinados factores del ambiente, como los bifenoles, drogas, toxinas, metales pesados, el sistema inmune produce anticuerpos contra el tejido tiroideo.
Los síntomas iniciales de la disminución de producción de hormonas, son inespecíficos y de lenta progresión, siendo lo más comunes, cambios de humor, depresión, problemas de concentración, piel seca, caída del cabello, fatiga constante y tendencia a la constipación.
Importancia del yodo, soja, gluten y de la microbiota en el curso clínico de la TH:
Yodo: las fuentes dietéticas habituales de yodo incluyen la sal yodada, los mariscos (incluidas las algas y el pescado) y algunos panes y cereales. Es importante señalar que la sal marina, a pesar del nombre, no contiene yodo de forma natural.
Algunas algas como la spirulina tienen yodo en forma natural que podría ser excesivos ocasionando alteración en la función tiroidea o desarrollando anticuerpos antitiroideos.
Bociógenos: son sustancias que producen aumento del tamaño de la glándula tiroides al disminuir la disponibilidad de yodo circulante. Entre estas se encuentran verduras como el brócoli, repollo, coles de Bruselas, col rizada, nabos, coliflor, las que consumidas en exceso, podrían alterar el funcionamiento tiroideo, además de aumentar el tamaño de la glándula.
Soja: la soja y sus derivados contienen isoflavonas, sustancia que puede disminuir la función tiroidea o generar un mayor requerimiento de dosis de levotiroxina sódica en los pacientes tratados por hipotiroidismo que consuman cantidades excesivas de estos productos.
Dieta libre de gluten: existe buena evidencia que respalda la relación entre la enfermedad celíaca y la enfermedad tiroidea autoinmune. Esto se explica por el riesgo aumentado de padecer otra enfermedad autoinmune cuando uno ya ha sido diagnosticado con alguna de ellas.
Esta asociación nos lleva a preguntarnos, ¿Cuál es el efecto de una dieta sin gluten sobre la autoinmunidad tiroidea, que es un factor de riesgo para la disfunción tiroidea?
Microbiota: la microbiota, también conocida como “flora intestinal”, es el conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en el intestino o tubo digestivo del organismo humano.
La existencia de estas bacterias intestinales es muy beneficiosa para el desarrollo del sistema inmune. De hecho, las bacterias de nuestro intestino no son malas, ya que el desarrollo del sistema inmune depende de ellas.
La microbiota se adquiere desde el momento en que nacemos y se mantiene estable hasta los 3 años. A partir de ese momento, se pueden producir modificaciones en la flora intestinal a causa de los diferentes cambios dietéticos mantenidos en el tiempo.
Sin embargo, aunque la microbiota es relativamente estable, puede variar de un individuo a otro o incluso en un mismo individuo. Esto se debe a distintos factores que pueden producir cambios transitorios, como los siguientes: tipo de dieta, infecciones,
toma de antibióticos y estrés.
Como la microbiota varía según su entorno, a la microbiota situada en el tracto intestinal, por ejemplo, se la denominará microbiota intestinal. Si bien la relación entre las enfermedades tiroideas autoinmunes y la composición de la microbiota intestinal está relativamente bien documentada, el uso potencial de tratamientos sobre la microbiota para prevenir o mejorar las enfermedades tiroideas autoinmunes, es poco claro. Debido a que la información científica actual no confirma la hipótesis de que una composición de microbiota específica pueda prevenir o mejorar las enfermedades tiroideas autoinmunes, se necesitan estudios clínicos más robustos para obtener más información
¿Las personas con enfermedad celíaca que cumplen la dieta libre de gluten, pueden tener menos riesgo de desarrollar TH?
Los estudios sobre este tema son limitados y no hay suficiente aval para respaldar que la dieta libre de gluten esté relacionada con menos riesgo de aparición de la enfermedad tiroidea. Un pequeño estudio demostró la disminución de la cantidad de anticuerpos tiroideos en sangre, pero no hubo un cambio en los niveles sanguíneos de hormonas tiroideas en los participantes con TH que siguieron una dieta libre de gluten, es decir, que no hubo un beneficio demostrable de que tuvieran menor riesgo de padecer hipotiroidismo.
Por lo contrario, otro estudio de pacientes con enfermedad celíaca, no mostró ningún efecto de la dieta sin gluten en los valores en sangre de las hormonas tiroideas, anticuerpos tiroideos, ni tampoco cambios visibles en las ecografías de tiroides.
Por lo tanto, no existen datos respecto a si realizar una dieta libre de gluten en ausencia de enfermedad celíaca, juega un papel en la salud de los pacientes con o sin enfermedad tiroidea establecida.
Podemos concluir que se recomienda cumplir una dieta variada y completa en los pacientes con TH. La evidencia disponible no indica que sea beneficioso restringir o incrementar el aporte de determinados nutrientes o sustancias de manera diferente a lo recomendado en la población general.
Se recomienda ante cualquier duda consultar a su médico especialista en endocrinología, quien le brindará información más detallada y actualizada.